Reseña hecha por Jean-Claude
Al
terminar de leer "el amante japonés" quedé algo decepcionado.
Con sus anteriores novelas, Isabel Allende nos había mimado con momentos
desgarradores pero con esta no tuve esa misma sensación.
Al
presentar su última novela, Isabel Allende
nos dice que se trata de una historia de amor. Bueno, en este renglón, esta
autora nos había deparado obras como "la hija de la fortuna" o
" la suma de los días" en las cuales su exploración del corazón
humano nos hacía estremecer. En el amante japonés, hasta el momento en el que Alma
e Ichimei hacen el amor en el mugroso motel en donde se citan, nos
deja de piedra o por lo menos así me dejó a mí.
El
marco de la novela es un hogar de ancianos ubicado cerca de San Francisco en
donde se ha refugiado Alma Belasco, de ochenta y tantos años. Podía
haberse quedado en la mansión de la familia pero quiso escabullirse del entorno
familiar.
La
autora describe los varios huéspedes que la rodean y entre los protagonistas
trabaja Irina, una joven inmigrante oriunda de Moldavia. Alma la
contrata como secretaria para poner en orden todos sus recuerdos y papeles con
miras a escribir su biografía y, poco a poco, Irina descubre el pasado de
Alma y así la autora nos desvela la vida de la anciana.
A
principios de la Segunda Guerra Mundial, en Polonia, sus padres
mandan a Alma a San Francisco con unos parientes que viven ahí. A los nueve
años, Alma se siente muy sola en un mundo totalmente ajeno. Al poco
tiempo, hace buenas migas con el hijo del jardinero, Ichimei, algo menor que
ella. Sigue un paréntesis entre los años 1942-1944, durante los cuales los
americanos de origen nipón quedaron presos en campos de concentración
y Alma e Ichimei pierden el contacto. La descripción de la vida en los
dichosos campos es interesante pero muy larga a mi parecer.
Luego,
Alma se casa con su primo carnal, lleva su casa y educa a su prole. Al
retirarse en el hogar "Lark House", Alma entrega a Irina un montón de
papeles y documentos entre los cuales Irina encuentra una foto de un
joven japonés.
A veces,
Irina llega a la habitación de Alma y sólo encuentra una nota de Alma diciendo
que estará ausente unos días. Todos se preguntan a donde se va durante esas
escapaditas....
Lo
bueno es que Irina también maneja sus cuentas y por los recibos descubre el
pastel, Alma sigue viendo a su amor de siempre, el mismo Ichimei.
Una
cosa en la cual personalmente me he fijado es que la novela por su índole es el
resultado del destierro, tal como lo ha conocido la autora que tuvo que dejar
Chile para vivir en los EE UU. Los protagonistas, tanto Alma, como Ichimei
o Irina son inmigrantes apartados de sus raíces.
La
autora destaca con acierto las diferencias entre los personajes llegados
de horizontes tan distintos, pero ese amor imposible entre Alma e Ichimei
suena demasiado a Romeo y Julieta y hace que el tema parezca algo trillado.
El
libro se parece más a una narración que a una novela. Los diálogos son pocos y
carecen de las "chispas" y del brillo a los cuales Isabel
Allende nos tenía acostumbrados.
El
libro es fácil de leer y conviene como lectura veraniega, pero no es la novela
que engancha a uno y que no se puede dejar por querer saber lo que va
a suceder luego.
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