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domingo, 18 de diciembre de 2016

MONTAR UN POLLO

Tomado de: Sánchez y Guerrier. 2014. Ver referencias
    La idea de escribir esta entrada surgió hace unos días cuando mi hija mayor me contaba que había ido al médico con los niños. El mayor, que tiene solo dos años, estaba un poco resfriado y, como todos los niños a esa edad cuando no se sienten bien, él solo quería estar pegado a su madre y recibir toda su atención. Cuando le pregunté a mi hija qué le había dicho el médico me comentó: “no me enteré bien de lo que me dijo porque el niño montó un pollo en el consultorio”.

    Cualquiera que oiga esta expresión sin ser español (y digo sin ser español porque para los latinoamericanos de habla castellana tampoco tendría mucho sentido) podría pensar que la persona que monta el pollo está en la cocina intentado guisar un pollo o hacer una sopa de pollo, o como en la ilustración, intentando armar un pollo de juguete siguiendo un dibujo con las instrucciones, lo cual según el contexto podría ser una interpretación válida.

    Si bien es cierto que la palabra “pollo” tiene como definición principal la de “cría de un ave y en especial de la gallina” o “gallo o gallina joven”, otra de las definiciones de pollo que recoge el diccionario de la RAE es “lio, escándalo” por lo que montar un pollo también significa “montar un escándalo”.

    El origen de la locución “montar un pollo”  parece provenir de la palabra “poyo” (del latín “podium”), un banco de piedra que, arrimado a la pared, acostumbra colocarse junto a la puerta o las ventanas de las casas de los pueblos. Se denominaba de esta manera en el siglo XIX al podio o pedestal del que se valían algunos oradores en las plazas concurridas para pronunciar discursos. La persona que iba a dar el discurso “montaba su pódium” y se subía al mismo para estar en una posición más visible al público que le escuchaba. Como los discursos frecuentemente eran sobre política, y los oradores atacaban a los del partido contrario, normalmente terminaban en encendidas discusiones y polémicas e incluso en peleas. De ahí que “montar un pollo” fuera asociándose con la idea de “montar un escándalo o una pelea”.

    Así, no es extraño escuchar cosas como:
-          El jefe me montó un  pollo por llegar tarde.
-          Mis padres montaron un pollo delante de mis amigos por no haber avisado que llegaría tarde.
-          En la esquina de mi casa se montó un pollo anoche.
-          Después de la intervención del último orador, se montó un pollo en el auditorio.

Referencias:
Sánchez, D. y H. Guerrier. 2014. Con dos huevos. 4ª edición. Ed. Astiberri.
http://www.fundeu.es/consulta/se-monto-un-poyo-13098/